Allá por noviembre de 2022, Alejandra Vigo salió de su despacho en el Senado de la Nación para compartir un almuerzo con dos dirigentes gremiales, referentes de los empleados de comercio: el secretario General de AGEC, el cordobés Pablo Chacón, y el mandamás de Mercantiles a nivel nacional, Armando Cavallieri. Fue una de las primeras movidas concretas realizada a nivel nacional con el fin de ir bosquejando la candidatura presidencial del gobernador Juan Schiaretti. Se empezaba a sondear cómo se veía en diferentes sectores que el Gobernador emprenda una aventura nacional.
Luego comenzaron las charlas del diputado nacional Carlos Gutiérrez con algunos de sus pares que respondían a otros sectores partidarios, pero con los que había puntos de coincidencias, como el médico radical Facundo Manes, el acomodaticio Emilio Monzó y obviamente con sus compañeros del Interbloque Federal, los peronistas bonaerenses Alejandro «Topo» Rodríguez y Florencio Randazzo, y los socialistas santafesinos Mónica Fein y Enrique Estévez.
Vigo y Gutiérrez fueron los más activos en la tarea de construcción de la trinchera schiarettista.
Así se fueron disponiendo los cimientos que este jueves 6 de julio a las 19, en el Hotel Intercontinental de la ciudad de Buenos Aires, se transformarán en el lanzamiento de una campaña presidencial que tiene como cabeza a Schiaretti y como postulante a vice a Randazzo.
Schiaretti trazó los primeros bosquejos de Hacemos por Nuestro País (HpNP) comenzando por lo que había quedado de aquella fallida experiencia electoral de hacía casi cuatro años, denominada Alternativa Federal. Por eso habló a solas, sin prensa ni fotos con el exministro de Hacienda, Roberto Lavagna, quien le dijo que le parecía muy bien que empezará con un armado antigrieta superador, pero que no podía acompañarlo porque estaba «colaborando» con el actuar titular de la cartera de economía nacional, Sergio Massa.
Otro sobreviviente de aquella experiencia nacional, el exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey, aceptó un almuerzo, que terminó en foto y anuncio conjunto: iremos a una Paso dentro del armado antigrieta que construiremos. Fue el 10 de enero en la ciudad de Buenos Aires.
Tres días después sorprendió Schiaretti, recibiendo a su par de San Luis, Alberto Rodríguez Saá. Reunión a solas en el despacho mayor de Centro Cívico y luego otra ampliada con funcionarios inmediatos de ambos. El dirigente sanluiseño hizo pública su coincidencia y dijo que se sumaría al espacio cuando pase la elección a gobernador en su provincia. «El Alberto» perdió las elecciones provinciales y tras las mismas no se sumó explícitamente al armado de Schiaretti. Sólo dio el ok para que algunos dirigentes que le responden formen parte de una lista de candidatos a diputados y senadores nacionales bajo el paraguas de HpNP.
El 28 de enero, también en el Centro Cívico, el anfitrión recibió a la presidenta del Partido Socialista, la diputada Mónica Fein, quien luego anunció muy entusiasmada que se sumaba al armado antigrieta.
Y el jueves 2 de febrero, en Buenos Aires, mantuvo su primera reunión con el expresidente de la Nación, Eduardo Duhalde, empezando un diálogo que terminaría con su esposa «Chiche» encabezando la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires.
Schiaretti comenzó a mostrar su Módelo Córdoba fuera de la provincia y a compartir con diferentes auditorios su idea de un gobierno nacional para intentar salir de la crisis que vive el país. De esta manera fue recorriendo los caminos del círculo rojo y disertando en CAME, Fundación Mediterránea, Sociedad Rural de Palermo, ADEBA, AEA, ABA, Idea y la UIA, entre otras.
En esta última, el pasado 11 de mayo, en la sede central de la entidad que nuclea a los industriales en la Avenida de Mayo de Caba, generó revuelo en el almuerzo con la cúpula de la entidad, Schiaretti les dijo que era necesario armar un «Frente de Frentes», pensar en una gran PASO opositora porque el próximo gobierno deberá ser de concertación y unidad.
Inmediatamente salieron al ruedo quienes hoy son compañeros de una de las fórmulas de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales, instando a que Schiaretti se sume a su espacio. Esto hizo que en tan solo dos semanas el mandatario cordobés apareciera en los medios de prensa de Buenos Aires más veces que en todos los últimos años juntos.
Hasta que el martes 6 de junio, en declaraciones realizadas en Río Cuarto, Schiaretti dijo: «No pertenezco ni voy a pertenecer a Juntos por el Cambio». Las declaraciones se interpretaron como un fin a la discusión por una posible incorporación de su persona a Juntos por el Cambio.
Ante este escenario, Urtubey aprovechó para bajarse de una posible candidatura presidencial compartiendo espacio con el cordobés, aunque buena parte de las ciudades estaban empapeladas con su rostro y su postulación.
El Gobernador fue acelerando los tiempos de su armado, mientras se llevaba adelante la campaña provincial. Socialistas con Mónica Fein a la cabeza por aquí, democristianos con Juan Brügge por allá, y autonomistas con «Pocho» Romero Feris por otro lado. Son los tres partidos principales que forman la estructura del espacio que además suma a peronistas no kirchnerista, los de Córdoba y de otras provincias, en especial los bonaerenses con tres columnas: randazzistas, duhaldistas y lavagnistas.
Lo que empezó siendo un armado antigrieta, que luego no pudo ser un Frente de Frentes, ahora es un espacio que tendrá a la boleta de Schiaretti-Randazzo en todas las provincias y en 16 distritos con candidatos propios a diputados y senadores nacionales. No es poco lo que pudieron construir en escaso tiempo.
En el día en que la ciudad de Córdoba cumple 450 años, uno de sus hijos ilustres, Juan Schiaretti, larga en Caba uno de sus desafíos más grandes dentro de la política: le pone play a su postulación a presidente de la Nación en el seno de un armado nacional con muchas herramientas que ya le dieron buenos resultado en Córdoba. La primera meta es el domingo 13 de agosto, cuando enfrente las PASO, en un escenario nacional enardecido, con ciudadanos confundidos, desahuciados, que insinúan tener más ganas de patear el tablero que de ser sensatos a la hora de elegir a los que pretendan conducir el país.