Cuando la noticia era titular principal de los medios periodísticos en la tarde de lunes, el peronismo provincial se reunía en la sede de Smata, en pleno centro de Córdoba. Ante la sorpresa del confirmado cuadro de Covid-19 que tiene el gobernador y candidato a presidente Juan Schiaretti, el intendente y gobernador elector Martín Llaryora, la senadora nacional Alejandra Vigo y el intendente electo Daniel Passerini, encabezaban una multitudinaria reunión de comando electoral, en la que se ponía en marcha el nuevo turno de campaña presidencial impulsando a la fórmula Schiaretti-Randazzo.
Primero, sorprendió a propios y extraños la presencia de tanta dirigencia sin movilización alguna, dejando en claro que están dispuestos a trabajar en este tramo difícil. Segundo, fue contundente el apoyo político de Llaryora de cara a este momento de campaña en favor de Schiaretti.
Si algo tenían que tener en claro tanto los que estaban sobre el escenario como lo que se sentaron o escuchaban parado en el auditorio, eran esas dos cosas: parece que nadie abandona el barco.
Casi a la misma hora, la diputada nacional Natalia de la Sota formaba parte de un viaje que encabezaba el ministro de Economía, Sergio Massa, quien se reunió en San Pablo con el presidente de Brasil, Lula da Silva. Nadie habló de eso en el encuentro de Smata, ni en voz alta ni en voz baja. En realidad, en su mayoría nadie sabía de esa aventura de turismo político que llevaba adelante la hija del exgobernador provincial.
En el acto muchas veces se aplaudió la figura de Schiaretti, cuando se lo nombraba, y se remarcó en los discursos dos cosas: primero que es el único candidato de la producción y el trabajo del profundo interior del país, y segundo que es el referente del peronismo cordobés y carga sobre sus espaldas toda la historia del espacio en tierras meditarránea.
La agenda que tenía Schiaretti para retomar la campaña deberá esperar el alta médica, mientras el resto cruza disparos que van de un extremo al otro de la grieta, y muchos de ellos ahora hacen blanco en la nueva ola que impulsa Javier Milei y su sueño de terminar con la casta. Cada cual atiene su juego.