Como en el gesto copernicano de quien descubre el centro del sistema solar, el compositor alemán Johann Sebastian Bach transformó la forma de acercarse al hecho musical: la regla, el cálculo, el sistema, todos los elementos inherentes a la estructura -de la que la belleza es el resultado- cambiaron para siempre con él a partir de su obra de carácter sinfónico-coral, el Magnificat, que cumple esta Navidad su 300mo. aniversario.
En la noche de Navidad de 1723, en Leipzig, Alemania, Bach estrenó su Magnificat (que reformuló diez años más tarde). No sin resistencias ya que las autoridades -de confesión protestante- controlaban la interpretación de textos católicos. Afirmaba otra celebridad, el compositor alemán Gustav Mahler, que en Bach «todas las células esenciales de la música están unidas como el mundo lo está a Dios».
«Bach escribió numerosas obras trascendentes. El Magnificat tiene el mismo tratamiento orquestal que las grandes obras, como la Misa en si menor, las pasiones, los grandes oratorios. Esa misma grandeza aparece -en escala- en esta obra, de poco más de 30 minutos. Lo que la convierte en asequible para la escucha y, más allá de las dificultades técnicas, una de las más transitadas», explicó a Télam el director-orquestal argentino Camilo Santostéfano, quien dirigió esta obra en la Usina del Arte, en 2015, con MusicaQuantica y De la Luna Ensamble Barroco.
Bach, expresión del barroco tardío, fue el maestro del movimiento preciso de voces múltiples en el pentagrama -la polifonía- y de una técnica que cualquier estudiante hoy debe aprender: el contrapunto. Con él la música alcanzó la mayoría de edad.
«La música de Bach nunca es blanca o negra; está llena de colores», advierte el pianista húngaro András Schiff, especialista en el compositor alemán, quien este año ofreció un concierto especial en el Teatro Colón de Buenos Aires.
«En el Magnificat -puntualizó Santostéfano- cada uno de sus partes (son doce) tiene una identidad muy fuerte, sea por su carácter, por los gestos rítmicos, melódicos… Muchas de las decisiones que adoptó Bach tuvieron un efecto canónico que influyó en compositores posteriores, que utilizaron su propio lenguaje en otras versiones del Magnificat, pero que tienen presente la referencia de Bach».
El Magnificat es un texto escrito por el evangelista San Lucas. Bach compuso su obra de 1723 basándose en él en mi bemol mayor (BWV 243). Diez años después la reformuló en re mayor (la versión que se suele escuchar en la actualidad) y excluyó cuatro himnos navideños del original. «Esa variación favorece a las trompetas pero, aun así, es una obra muy compleja en la interpretación», afirmó Santostéfano.
«Presenta doce pruebas muy exigentes para el músico: para el coro, para la dirección y para la orquesta. A veces una exigencia de articulación, de fiato, de sostén, de destreza, pero esa exigencia está; y tiene una gran dinámica porque los doce segmentos son breves, algunos de menos de tres minutos», agregó.
El Magnificat fue compuesto en el inicio de la estadía de Bach en Leipzig, uno de los períodos compositivos que suelen ser más destacados. En aquella Alemania -luego de la Guerra de Treinta Años y el tratado de Westfalia (1648)- la vida estaba regida por la voluntad del príncipe o señor de cada territorio (la «unidad nacional» estaba determinada por el idioma común, el alemán, y la religión, católica, aunque con diferentes confesiones). Los músicos eran sirvientes de la corte.
Por el Magnificat, Bach fue acusado de «excederse» por no respetar las normas que le imponían para la composición e interpretación de obras católicas.
Para entonces Bach, por su prestigio, tenía ciertas libertades, pero siempre tensaba los límites. En su estadía previa en Weimar había estado encarcelado por sus actos de rebeldía.
Bach vivió en un tiempo histórico de declinación de la polifonía y de ascenso de la armonía, que en sus composiciones parecen alcanzar un equilibrio. Manfred Bukofner, musicólogo alemán, afirma: «Las melodías poseen de Bach el máximo de energía lineal posible, pero también están saturadas de implicaciones armónicas. Esa interpretación de fuerzas opuestas se produce una sola vez en la historia».
FUENTE: TÉLAM